 |
Estamos perdiendo familia |
Dr. cat?lico, laico y casado, ingeniero, fil?sofo, pedagogo, te?logo.
La vida
se nos ha hecho dif?cil (7)
Hola, amigos:
Muchas parejas piensan que
el matrimonio es hoy una mala opci?n.
Breve preart?culo
En la actualidad
cada vez comprobamos m?s que muchas parejas juzgan que la
familia es de menor importancia que el trabajo, pues tanto
?l como ella empiezan a considerar que el trabajo los
autorrealiza m?s. Tambi?n piensan que la educaci?n de ni?os no
es una actividad propia de ellos, sino de personas que
consideran de menor nivel, como profesoras y normalistas. Y as?
el hogar se va convirtiendo en un hotel cualificado, y
los hijos van creciendo sin suficiente amor y unidad familiar.
Las
p?rdidas mencionadas en los art?culos anteriores de esta serie, La
vida se nos ha hecho dif?cil, sobre todo las de
amor y moral, nos est?n llevando a un continuo deterioro
de la familia. El porcentaje de ni?os que nacen fuera
de una familia es cada vez m?s alto. Incluso estamos
llamando ?matrimonios? y ?familias? a uniones que en realidad no
responden a esos nombres. La falta de un compromiso estable
indica pobreza de amor en la relaci?n de tales parejas.
Sus hijos crecen sin respirar el debido amor conyugal de
sus padres, ni el aut?ntico amor familiar; se desarrollan con
un vac?o de amor en sus corazones y suelen convertirse
en futuros inadaptados o malhechores, porque ese vac?o se les
convierte en resentimiento.
Mucho se ha repetido que la familia es
la c?lula de la sociedad. Tomando un giro anglicista dir?amos
que las familias son los ladrillos de construcci?n de la
f?brica social. Y es verdad, por mucho que la repetici?n
haya desgastado tales frases. Adem?s, el n?cleo de la familia
es la unidad conyugal, y el combustible cohesivo de la
uni?n conyugal es el amor conyugal. Por tanto, del amor
conyugal depende la uni?n y la estabilidad familiar, la higiene
mental y emocional de los hijos y, finalmente, la salud
de la sociedad, hoy en proceso de globalizaci?n. En s?ntesis,
la salud mundial depende finalmente del amor conyugal.
Por eso es
tan importante conocer la naturaleza del amor conyugal. ?Podemos dise?arlo
o est? dise?ado ya? ?Se fundamenta en el matrimonio o
podemos lograrlo en otro tipo de uniones? ?C?mo inicia, c?mo
termina, cu?l es su duraci?n? ?C?mo funciona o c?mo se
ejerce? ?Es un medio para lograr alg?n fin o es
un fin en s? mismo? Se trata de preguntas a
las que debemos buscar respuesta de una manera personal a
fin de lograr convicciones, pues el pretender seguir tradiciones familiares,
sociales o religiosas, sin convicci?n, es algo que est? dejando
de funcionar.
Aunque los art?culos de esta serie pueden leerse independientemente,
hay entre ellos una relaci?n; debido a lo cual se
aprovechar? mejor la lectura de cada uno si previamente se
han le?do los anteriores, que pueden encontrarse activando el v?nculo
que se ofrece en seguida:
La vida se nos ha hecho
dif?cil
Cuerpo del art?culo
El amor conyugal es tan importante, que estar
perdiendo familia equivale pr?cticamente a estar perdiendo amor conyugal. Sin
el amor conyugal la familia dif?cilmente surge, ya surgida funciona
pobremente, y ya en funciones su estabilidad peligra. Aun as?,
tendemos a rebelarnos contra lo que implique obligaci?n en el
amor conyugal, que, como todo amor, es libre. Tendemos a
rebelarnos contra lo que pretenda normar nuestros actos libres; y
por eso tendemos a rebelarnos contra la moral.
No sucede lo
mismo respecto a lo que no depende de nuestra libertad,
como las leyes fisicoqu?micas o nuestra realidad de seres humanos.
Sin embargo, a medida que nuestra libertad se expande, gracias
a la tecnolog?a, nuestra rebeli?n tambi?n va en aumento. Por
ejemplo, muchos no aceptan ya su propio sexo, y los
avances de la gen?tica pronto permitir?n que se experimenten alteraciones
en la naturaleza humana misma.
Sea de ello lo que fuere,
lo seguro es que el amor conyugal es libre, y
que es factible y atractivo rebelarse contra ?l y contra
las obligaciones que implica, tanto m?s si son de tipo
conyugal y familiar. Adem?s, anda por ah? la idea de
que tener libertad es poder hacer lo que se quiera,
sin obligaciones; y tambi?n de que, puesto que el amor
es libre, no implica obligaciones.
Hay obligaciones en la libertad
La realidad
es justamente al rev?s: podemos tener obligaciones precisamente por ser
libres. Hay sem?foros porque somos libres de detenernos ante ellos;
nadie le pone sem?foros a un r?o, porque el r?o
no es libre de detenerse ante ellos. Ponerles sem?foros a
los r?os ser?a mucho m?s f?cil y econ?mico que construir
presas. Las obligaciones no son la libertad, pero ciertamente son
signos de libertad, porque la implican. Por tanto, puede haber
y de hecho hay obligaciones que norman nuestra libertad, tambi?n
en lo referente al amor, y en concreto al amor
conyugal; pero como somos libres, podemos violar esas obligaciones.
Dichas obligaciones
son razonables, buenas, y su existencia nos hace la vida
m?s llevadera y agradable, sobre todo en un mundo acelerado,
como el de hoy. Todos sabemos que en una ciudad
con un tr?fico intenso, como la de M?xico, es m?s
dif?cil conducir cuando los sem?foros est?n apagados, pues inmediatamente se
producen embotellamientos. Y lo mismo sucede con las obligaciones de
la vida; por eso hoy, al ir apagando libremente nuestros
?sem?foros vitales?, estamos quedando ?vitalmente embotellados?.
Una persona me dec?a lo
siguiente: Si yo hubiera sido consejero de Dios a la
hora de la creaci?n, las cosas habr?an sido... ?muy diferentes!
Quiz? sea bueno intentar ese experimento. Respetando lo que ya
est? dado, como la naturaleza humana, la fuerza de gravedad
y tantas otras cosas, procuremos al menos dise?ar y proyectar
?a nuestro propio criterio? el modo de ser de los
actos libres conyugales y familiares.
?Deber?n ser los padres los educadores
de sus hijos? ?Deber?n los hijos obedecer a sus padres?
?Ser? conveniente la monogamia, o quiz? sea preferible la poligamia,
la poliandria o la total promiscuidad? ?Ser? conveniente que la
familia viva bajo un mismo techo, duerma junta, coma junta
y tenga un horario, aunque sea m?nimo y flexible? ?Ser?
bueno para los hijos que sus padres permanezcan unidos toda
la vida, o ser? preferible que se separen y formen
nuevas uniones, con o sin nuevos hijos? ?Ser? mejor que
la naturaleza del amor sea perpetuarse, o quiz? sea mejor
que tenga un fin previsto? Y as? en todo lo
dem?s... ?dise??moslo a nuestro criterio!
Si tomamos en serio hacer el
experimento de tal proyecto, quiz? descubramos que es muy conveniente
?o incluso necesaria? la existencia de algunas normas, y que
muchas de esas normas son las que ya existen. Y
quiz?s eso nos ayude a controlar nuestras rebeld?as y nos
sea m?s f?cil tratar de vivir y convivir con nuestra
familia. Observemos que los padres quieren que sus hijos los
obedezcan, y que de ninguna manera piensan que tal obediencia
atente contra su libertad ni que viole su dignidad y
derechos.
Y lo mismo piensan los hijos, respecto a sus padres,
cuando quieren que sigan casados. Y lo mismo piensan todos
cuando quieren que los dem?s cumplan sus obligaciones. El problema
se presenta ?nicamente con el cumplimiento de las obligaciones propias:
??sas s? que atentan contra nuestra libertad y violan nuestra
dignidad y derechos! En verdad... en plata... ?no es ?sta
una actitud pueril?
El proceso hist?rico de la desuni?n familiar
Desde otro
punto de vista, hay circunstancias hist?ricas que han favorecido la
desuni?n familiar y, consecuentemente, las formas de pensar adversas a
la uni?n familiar. Una de las principales fue la invenci?n
de la m?quina de vapor, que dio lugar a la
aparici?n de las f?bricas; y otra fue la idea napole?nica
de una escuela obligatoria, gratuita y laica. Antes de todo
eso, hace apenas un par de siglos, la humanidad era
analfabeta en su mayor?a, pues las escuelas eran de elites,
como sacerdotes, militares y nobles.
Los padres de familia sol?an trabajar
en su casa o tener un tallercito junto a ella;
y all? marido y mujer se ayudaban mutuamente, ya fuera
que ella le llevara a ?l un jarro de agua
fresca o que ?l le ayudara a ella a mover
algo pesado; y los hijos eran aprendices del oficio del
pap?, mientras que las hijas ayudaban a la mam? en
las labores de la casa.
Pues result? que f?brica y escuela
se fueron desarrollando de forma paralela, y que la f?brica
sac? del hogar al padre, mientras que la escuela hac?a
lo propio con los hijos. Y la madre se fue
quedando sola en el hogar, o por lo menos sin
compa??a adulta, sola con los hijos peque?itos; mas pronto aparecieron
los jardines de ni?os, y con el tiempo la madre
acab? por irse al sal?n de belleza, al club deportivo
o a trabajar en alguna empresa.
As? fue como las paredes
y techos de la casa, el hogar, se fue quedando
solo, o en manos de la servidumbre, durante la mayor
parte del d?a. Poco a poco los horarios se fueron
relajando y el hogar se fue convirtiendo en una especie
de hotel cualificado, donde cada quien desayuna, come, cena y
duerme a la hora que quiere, si es que lo
hace en su casa.
Las labores de padres e hijos favorecen
hoy la desuni?n familiar
El trabajo del padre consiste en ganar
el sustento familiar; el de los hijos consiste en estudiar
en la escuela, y el de la madre en atender
la casa, si no tiene servidumbre. Y si la tiene,
su trabajo hogare?o suele hacerse m?s y m?s indefinido. El
hecho es que la familia ha dejado de convivir, y
de conocerse y valorarse, mientras trabaja. La mujer no valora
al marido mientras trabaja; quien lo valora es la secretaria
o a la asistente ejecutiva, y ?l a ella, y
por eso suelen enredarse. La mujer no es valorada mientras
trabaja dom?sticamente, y por eso quiere dejar ese trabajo y
salir a trabajar fuera del hogar.
Los hijos suelen ser unos
vagos, en el sentido de pas?rsela en grupos de amigos
hasta salir del bachillerato, sin saber casi nada de lo
que se supone debieron aprender en 15 a?os de escuela
?incluido el kinder?: ni hablar correctamente, ni escuchar, ni leer,
ni escribir, ni Geograf?a, ni Historia, ni Matem?ticas, ni F?sica,
ni Qu?mica, ni civismo, ni moral, ni religi?n, ni ayudar
en su casa... y mucho menos trabajar. Y esto no
habla mal tanto de los hijos, sino principalmente de la
escuela, de nuestro sistema educativo en general.
Fuera de quienes han
tenido que trabajar desde chicos por necesidad, lo dicho en
el p?rrafo anterior es lo que suele suceder. Yo quisiera
enfatizar que no es un p?rrafo que pretenda lograr efectos
de expresi?n; ni siquiera es un p?rrafo que exagere, sino
que quiere tan s?lo expresar la verdad con claridad, aunque
se trate de una verdad cuya claridad sea cruda.
Lo que
importa es destacar el hecho de que la familia se
est? desuniendo, est? dejando de convivir, est? dejando de conocerse
y valorarse mientras trabaja; todo lo cual redunda en falta
de comprensi?n mutua, en carencia de amor y en soledad.
Un vac?o socava el interior de cada miembro de la
familia; vac?o que buscar? llenarse con lo que sea ?dinero
f?cil, alcohol, infidelidades, amantes, drogas, agresividades, depresiones? y que tender?
a separar definitivamente a los padres y a hacer de
los hijos unos conflictivos o unos malhechores.
No deja de ser
aleccionador el hecho de que el terrorismo se desarrollara entre
?rabes, que han tenido harenes en vez de familias bien
constituidas. Estar perdiendo familia es indudablemente un foco rojo. Menos
mal que la invenci?n de la computadora ha hecho posible
trabajar y estudiar virtualmente, y que, al contrario de la
m?quina de vapor, est? regresando al hogar a los miembros
de la familia, empezando por el padre. Ojal? que sepamos
aprovechar estas nuevas oportunidades para volver a la unidad familiar.
|
|