Fuente: Catholic.net
Autor: P. Fernando Pascual
Podemos
quedar encadenados por cosas grandes o por cosas peque?as.
A veces
somos prisioneros de ambiciones profundas o de angustias prolongadas: ascender
en el trabajo, conseguir una casa fuera de la ciudad,
encontrar un buen m?dico para un c?ncer doloroso, superar los
problemas familiares.
Otras veces el alma queda atrapada en cosas muy
peque?as: un crucigrama, un juego electr?nico, un programa de computadora,
el sello que falta para completar la colecci?n...
Las almas humanas
pueden vivir entre cadenas, emborrachadas, no s?lo por culpa de
sustancias qu?micas, de alcohol, de droga, de tabaco. Los problemas
y las inquietudes del coraz?n tambi?n nos atan internamente, con
angustias intensas, con fobias o a euforias, que distorsionan la
realidad, que nos llevan a ver cosas banales como si
resultaran imprescindibles, a valorar objetos inofensivos como si fueran temibles,
o a tratar asuntos triviales como si de ellos dependiera
nuestra existencia temporal y eterna.
El alma necesita descubrir una escala
de valores que ayude a reconocer el sentido aut?ntico de
la propia vida, que nos permita colocar las cosas en
su sitio, que rompa cadenas asfixiantes.
En esa escala lo secundario
ser? simplemente eso, secundario, y no provocar? borracheras absurdas que
han generado, en los jefes de estado, guerras absurdas, y
en los hombres sencillos fracasos en el trabajo o la
familia.
A la vez, esa escala dar? a lo primario, a
lo esencial, a lo que vale siempre y en todo
lugar, su lugar de gu?a en todos nuestros deseos y
opciones.
?D?nde radica lo esencial? ?Cu?les son las ideas primarias de
la vida humana? Est?n en la fe cat?lica, que nos
muestra el verdadero rostro de Dios, que desvela el sentido
de lo temporal y de lo eterno, que genera corazones
dispuestos al amor, que lleva a trabajar por la justicia
y la paz, que une a las familias, que fomenta
la honradez en el trabajo.
Est? en ese Evangelio vivo que
nos ense?? Jes?s el Nazareno, que alimenta la historia de
la Iglesia hasta nuestros d?as, que permite vivir en el
mundo del amor sincero.
Podemos romper cadenas del alma con una
acci?n decisiva y eficaz, con la gracia que viene desde
el cielo. Necesitamos escuchar en toda su belleza las palabras
de quien nos ense?? que no vale la pena preocuparse
tanto por el vestido y por el alimento y tan
poco por el Reino, la Justicia, el Amor.
S?lo almas sin
cadenas podr?n respirar aires limpios. Sentir?n, en su propia libertad
interior, que Dios y los hombres merecen todo nuestro esfuerzo
mientras seguimos en camino en esta Tierra fugaz que nos
lleva hacia el cielo eterno.